Un viajero cósmico que llega desde más allá de nuestro sistema solar está capturando el interés de la comunidad científica, y las imágenes recientes capturadas por misiones espaciales internacionales están proporcionando una perspectiva inédita de su comportamiento y estructura. Este objeto, identificado como 3I/ATLAS, sigue aproximándose a su punto de máxima cercanía a la Tierra en las próximas semanas, lo que ha permitido que varios telescopios y naves espaciales lo observen con mayor nitidez.
Un visitante proveniente de más allá del sistema solar vuelve a asombrar
El cometa 3I/ATLAS se ha convertido en un objeto de enorme interés debido a su origen interestelar, es decir, no procede del sistema solar, sino que se formó en las inmediaciones de otra estrella antes de ser expulsado y comenzar su viaje por el espacio profundo. Su presencia fue detectada durante julio, momento en el que su trayectoria lo encaminó hacia una región observable para los instrumentos astronómicos situados cerca de la Tierra.
Este tipo de cometas es sumamente inusual: antes del 3I/ATLAS, solo se habían estudiado dos objetos que provenían de otros sistemas estelares. Estos hallazgos han abierto una ventana fascinante para examinar materiales que no pertenecen al entorno donde se formó el Sol, lo que permite contrastar teorías sobre el origen y la evolución de los cuerpos celestes en distintas regiones de la galaxia. Por ello, tan pronto como se confirmó la naturaleza interestelar del 3I/ATLAS, varias misiones espaciales centraron su atención en él.
A principios de su aproximación al Sol, el objeto comenzó a liberar gases atrapados en su interior helado, fenómeno conocido como sublimación. Este proceso generó una envoltura visible de partículas y materiales que se desprendieron conforme el cometa experimentaba el aumento de temperatura. La liberación de gas y polvo permitió obtener información preliminar sobre su composición, algo especialmente valioso dado su origen externo al sistema solar.
Uno de los primeros instrumentos que logró captarlo con suficiente detalle fue el Telescopio Espacial Hubble, que en julio registró una imagen precisa de su estructura general. En aquel momento, el cometa presentaba una forma alargada y difusa, característica de los núcleos que comienzan a activarse conforme se acercan al Sol. Esa primera observación permitió estimar su tamaño y su patrón inicial de desgasificación.
Meses después, a finales de noviembre, el Hubble volvió a situarse en posición favorable para examinarlo nuevamente. En esta ocasión, el observatorio se encontraba a unos 286 millones de kilómetros de distancia del cometa, lo que facilitó obtener una imagen aún más definida utilizando su instrumento Wide Field Camera 3. Las nuevas fotografías revelan cambios significativos en la actividad del objeto, evidenciando cómo su interacción con la radiación solar continúa alterando su apariencia y comportamiento.
La misión Juice: una mirada inesperada desde el camino hacia Júpiter
Mientras el Hubble actualizaba su registro visual del 3I/ATLAS, otro protagonista espacial contribuyó a ampliar el conocimiento sobre este cometa: la misión Jupiter Icy Moons Explorer, conocida como Juice. Esta nave, desarrollada por la Agencia Espacial Europea, tiene como objetivo estudiar las lunas heladas de Júpiter —Ganímedes, Europa y Calisto— para evaluar su potencial habitabilidad. Aunque su misión principal está programada para comenzar en 2031, cuando llegue al sistema joviano, su largo viaje permite realizar observaciones científicas suplementarias de distintos objetos en el trayecto.
A comienzos de noviembre, la nave llegó a una posición estratégica desde donde podía obtener una vista privilegiada del cometa. Desde una distancia aproximada de 66 millones de kilómetros, Juice utilizó cinco de sus instrumentos de investigación, junto con su cámara de navegación NavCam, para capturar imágenes y datos de alta calidad. Esta oportunidad permitió observar el comportamiento del cometa desde un ángulo completamente diferente al que ofrecen los telescopios cercanos a la Tierra.
Sin embargo, el envío de datos desde Juice a la Tierra se encuentra con algunas restricciones. La nave espacial emplea su antena principal como un escudo térmico para resguardarse del calor extremo en su viaje hacia Júpiter, lo que impide su uso simultáneo para transmitir información a la máxima velocidad. En cambio, se apoya en una antena secundaria cuya capacidad de transmisión es considerablemente menor, lo que provoca un retraso en la recepción de la mayoría de los datos científicos.
Con el objetivo de no esperar meses para obtener resultados preliminares, el equipo responsable decidió descargar una sección parcial de una sola imagen captada por la cámara de navegación. Esa fracción bastó para revelar que el cometa mostraba una actividad activa provocada por el calentamiento solar durante su reciente aproximación al Sol. La imagen parcial fue suficiente para confirmar la presencia de una brillante coma —una nube luminosa de gas que envuelve al núcleo del cometa— y, sorprendentemente, la formación de dos colas bien diferenciadas.
La primera cola está compuesta por plasma, generado a medida que el viento solar interactúa con las partículas cargadas expulsadas por el cometa. La segunda, más tenue, corresponde a una cola de polvo constituida por fragmentos sólidos desprendidos del núcleo. Esta doble estructura coincide con lo que suele observarse en cometas originados dentro del sistema solar, lo que sugiere que, aunque su procedencia es interestelar, el 3I/ATLAS comparte dinámicas de comportamiento similares al aproximarse al Sol.
Un fenómeno en marcha: recorrido, distancia y futuros análisis
En las semanas venideras, se vivirá un momento clave para observar el cometa, dado que el 19 de diciembre llegará a su punto más cercano a la Tierra. A pesar de encontrarse a unos 270 millones de kilómetros de distancia —muy por detrás del Sol desde nuestra perspectiva—, su ubicación será óptima para varias misiones que aún tienen la oportunidad de investigarlo antes de que se aleje definitivamente hacia el espacio interestelar. La NASA ha confirmado que no supone ningún tipo de amenaza para nuestro planeta y que continuará siendo visible durante meses mediante telescopios y naves en órbita.
La mayor parte de los datos recopilados por Juice durante su aproximación aún no ha sido transmitida completamente. Se espera que entre el 18 y el 20 de febrero llegue a la Tierra un conjunto más extenso de información, incluyendo imágenes obtenidas con la cámara óptica de alta resolución de la nave. Este dispositivo permitirá capturar detalles adicionales de la coma, las colas, el flujo de partículas y posiblemente el núcleo, si las condiciones de iluminación lo permiten.
Además de las imágenes, la nave ha registrado datos de composición química, análisis de polvo y mediciones del comportamiento de las partículas expelidas por el cometa. Estos informes podrían ofrecer pistas clave sobre el origen del objeto, permitiendo compararlo con los pocos cuerpos interestelares analizados previamente y contribuyendo a construir un marco más sólido para comprender cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios más allá del nuestro.
La importancia científica de un visitante interestelar
La observación de un cometa que proviene de un sistema estelar distinto representa una oportunidad única para investigar materiales que no se originaron en las fases iniciales de la formación del Sol. Cada partícula que se desprende, cada fluctuación en su luminosidad y cada modificación en su estructura proporcionan datos que contribuyen a perfeccionar modelos teóricos sobre la formación de cuerpos helados en torno a otras estrellas.
La existencia de dos colas, la composición del gas que emana de su núcleo y la configuración de su coma podrían revelar detalles sobre su lugar de origen, como el tipo de estrella que lo generó o las condiciones ambientales en su sistema natal. De manera similar, la trayectoria del 3I/ATLAS ofrece información sobre las dinámicas gravitacionales que pudieron haberlo expulsado de su región inicial y encaminarlo hacia un viaje que podría haber durado millones de años.
La combinación de datos provenientes del Hubble, Juice y otras misiones que también han observado al objeto —como el Mars Reconnaissance Orbiter— está permitiendo construir un retrato más completo del fenómeno. Esta colaboración internacional demuestra cómo la astronomía moderna se basa cada vez más en el trabajo conjunto entre múltiples observatorios, distribuidos por todo el sistema solar, para obtener una comprensión más profunda de los eventos que ocurren en el espacio exterior.
Una ocasión científica que no se repetirá en breve
El cometa 3I/ATLAS continuará siendo monitoreado mientras permanezca dentro del sistema solar interior, pero eventualmente seguirá su camino hacia el espacio profundo, alejándose más allá de la capacidad de observación de los instrumentos disponibles. Esta brecha en el tiempo subraya la importancia de aprovechar cada imagen, cada espectro de luz y cada fragmento de información recopilado durante su paso.
Los datos que llegarán en febrero desde Juice podrían ser especialmente reveladores, proporcionando detalles que ayudarán a los astrónomos a comprender mejor la composición del cometa y sus orígenes. La oportunidad de estudiar objetos interestelares es extraordinariamente limitada, por lo que este tipo de misiones y observaciones se consideran hitos fundamentales en la astronomía contemporánea.
La acumulación de información obtenida durante su paso ofrece una base que permitirá comparaciones futuras cuando otros visitantes interestelares sean detectados. Así, cada nueva observación contribuye a una red de conocimiento que ayuda a mapear el comportamiento de estos viajeros celestes, cuyas historias se extienden mucho más allá de nuestro sistema planetario.

