Las felicitaciones por su victoria en las elecciones argentinas se han hecho esperar desde la Unión Europea y, cuando han llegado, han sido, cuanto menos, faltas de entusiasmo. La conquista de la Casa Rosada por Javier Milei preocupa en Bruselas y no solo por la enorme incógnita que supone respecto a las negociaciones sobre el ya de por sí complicado acuerdo comercial con Mercosur, el gran bloque comercial que conforman Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay en Latinoamérica. El avance, una vez más, de una voz ultra e impredecible —justo cuando la UE respiraba aliviada por la marcha del brasileño Jair Bolsonaro— vuelve a poner en cuestión logros en materias tan diversas como el medio ambiente, los derechos de las minorías, de las mujeres o la democracia misma. Esa inquietud se transmite en mensajes expresados fuera de los micrófonos.
“Felicitaciones al nuevo presidente electo. El pueblo argentino ha hablado en unas elecciones libres y democráticas”, ha tuiteado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ya bien entrada la mañana del lunes. En un mensaje bastante sobrio, el belga, que ha destacado la “excelente cooperación” con el presidente saliente, Alberto Fernández, ha manifestado también su esperanza de “continuar esa cooperación, por el bien” de los pueblos argentino y europeo. Más allá de intereses comerciales, Argentina (miembro del G-20) ha sido hast ahora para la UE un aliado importante en la agenda internacional europea, en la que ha apoyado acuerdos clave como el Pacto Mundial sobre Migración de la ONU o los Acuerdos de París sobre cambio climático.
De ahí que la felicitación del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, también haya sido un ejercicio de equidistancia. Los argentinos han votado en unos comicios “democráticos, pacíficos y ordenados”, ha reconocido, y lo han hecho justo cuando el país “celebra 40 años de democracia”, ha acotado sin entrar, eso sí, en las controvertidas declaraciones del presidente electo respecto de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura argentina (1976-83).
El país sudamericano “es un importante actor global y la UE espera trabajar con la nueva administración para atender desafíos globales”, ha agregado Borrell, quien también ha manifestado su esperanza de que Milei no obstaculice el acuerdo UE-Mercosur. “El gobierno entrante de Argentina, que asumirá en medio de circunstancias económicas desafiantes, puede contar con la UE para seguir reforzando nuestra alianza para presentar resultados positivos a nuestras sociedades, incluida la finalización de las negociaciones lo antes posible del Acuerdo de Asociación UE-Mercosur”, ha indicado.
Oficialmente, la UE mantiene su objetivo de cerrar el acuerdo comercial con el Mercosur antes de que acabe el año, tal como había fijado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que visitó Buenos Aires en junio. “Las negociaciones están en marcha (…) seguimos trabajando hacia la meta de lograr el acuerdo antes de que acabe el año, esa sigue siendo la meta”, ha subrayado al respecto un portavoz del Ejecutivo europeo en la rueda de prensa diaria de la Comisión.
Pero lejos de los micrófonos, en las instituciones europeas abundan las dudas sobre el potencial impacto que tenga en las negociaciones la victoria de un candidato que ha declarado “atascado” el Mercosur, que se ha enfrentado abiertamente al Gobierno del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva —principal socio de la alianza sudamericana— y que ha descrito el acuerdo del bloque con la UE como una “unión aduanera de baja calidad que conduce a la desviación del comercio y perjudica a cada uno de sus miembros”.
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“El problema no son ya las negociaciones del Gobierno argentino sobre el acuerdo, el problema es la propia continuidad del Mercosur, no sabemos qué va a ser del Mercosur como tal”, reconoce el eurodiputado socialista Javi López, presidente de la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana.
Para el ministro alemán de Alimentación y Agricultura, Cem Özdemir, la victoria de Milei debe ser un aliciente para “apresurar” las negociaciones ante el avance de un populismo y unas fuerzas “que tienen otra agenda, que quieren que los autoritarios se impongan”. A su llegada al Consejo de Ministros de Agricultura en Bruselas, Özdemir alertó: “Es una muestra de que tenemos que darnos prisa, que las negociaciones no van a ser más fáciles, sino más difíciles; el populismo aumenta tanto allí como aquí”.
El eurodiputado de Ciudadanos Jordi Cañas, presidente de la Delegación del Parlamento Europeo para las Relaciones con Mercosur, reconoce que las críticas de Milei a ese proyecto comercial y de inversión arrojan “sombras de preocupación”. Pero considera que “todavía es posible” cerrar un acuerdo y aboga por separar al Milei candidato del futuro mandatario y darle un voto de confianza porque, recuerda, “sobre sus relaciones específicas con la UE no ha sido especialmente crítico”. En este sentido, se muestra convencido de que, una vez en el poder, “la realidad le obligará a lanzar mensajes de tranquilidad, sobre todo en política internacional, y qué mejor mensaje de tranquilidad que decir que no vamos a cuestionar lo que negoció el equipo anterior y vamos a intentar que esto funcione”.
Una posibilidad de la que duda López. “La derecha radical ha reescrito las reglas de la política. Ese manual de la política tradicional sobre que los candidatos luego, cuando son presidentes, moderan su comportamiento y sus políticas ha saltado por los aires”, afirma en referencia a Donald Trump y Bolsonaro, que “no fueron presidentes más moderados o pragmáticos de lo que fueron como candidatos”. En su opinión, Milei genera, no solo en la UE, un “enorme escepticismo”, sobre todo en lo que respecta a su política económica, pero también inquietud por otras declaraciones de intenciones u opiniones, como “la negación propia del cambio climático, en contra de todos los consensos internacionales”, o su discurso sobre la democracia “poniendo en duda los 30.000 desaparecidos” durante la dictadura. El sentimiento en buena parte de Europa y más allá, resume, es “una mezcla entre respeto y prudencia, pero también alarma y escepticismo”.
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