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Cuatro meses de guerra pasan factura económica a Israel | Internacional

Cuatro meses de guerra pasan factura económica a Israel | Internacional

Desde su nacimiento en 1948, el Estado de Israel solo había visto crecer su calificación crediticia. Potencia económica, armamentística y tecnológica muy por encima de su peso poblacional, el país ha ido superando ―con la ayuda de Occidente― recurrentes estallidos de violencia y crisis financieras globales, tras dejar atrás la herencia socialista de los pioneros sionistas y orientarse a la exportación (civil y militar) y a atraer inversión extranjera. Este viernes, tras más de cuatro meses de guerra en Gaza que han ahuyentado a inversores y turistas y en los que Israel ha movilizado unos 300.000 reservistas y paga la cuenta de unos 200.000 desplazados de las fronteras con la Franja y con Líbano, Moody’s se ha convertido en la primera agencia internacional de calificación crediticia en rebajarle la nota: de A1 (media-alta) a A2. Además, cambia a “negativo” el horizonte económico. “No hay nada de lo que preocuparse”, ha respondido el primer ministro, Benjamín Netanyahu. Los analistas no están tan seguros. De momento, los dos principales índices de la Bolsa de Tel Aviv han caído moderadamente este domingo, primer día de la semana en Israel: un 0,61% y 0,74%.

Como el resto de agencias de evaluación de riesgos, Moody’s evalúa a Israel desde hace unas tres décadas. La nota ha ido subiendo pese a la Segunda Intifada (2000-2005), una guerra con Hezbolá en Líbano (2006), la pandemia de la covid o el impacto del conflicto en Ucrania. Si ahora lo hace, no es solo porque el país esté inmerso en su mayor conflicto en medio siglo, sino porque el futuro pinta feo.

¿Qué le supone la rebaja? Para empezar, le saldrá más caro financiarse en los mercados internacionales, justo cuando va a emitir bonos para alimentar la maquinaria de guerra. También a las empresas obtener fondos del exterior.

En su informe, Moody’s subraya que “el principal factor” detrás de su decisión es la “valoración de que el conflicto militar en curso con Hamás, su día después y sus consecuencias más amplias aumentan considerablemente el riesgo político para Israel y debilitan sus instituciones ejecutivas y legislativas, y su fortaleza fiscal en el futuro próximo”. Con un añadido importante: “Aunque el enfrentamiento armado en Gaza disminuya de intensidad o se detenga, no hay actualmente un acuerdo para poner fin a las hostilidades de forma duradera, ni un plan a largo plazo que vaya a restaurar plenamente, y eventualmente reforzar, la seguridad de Israel”.

13% del PIB

El Banco de Israel calcula que el conflicto costará a Israel entre los años 2023 y 2025 unos 255.000 millones de shekels (unos 64.000 millones de euros o 69.000 millones de dólares), un 13% de la estimación del PIB para 2024, tanto por el aumento en gasto civil y en defensa como por el descenso de la recaudación fiscal. Moody´s calcula que acabará 2024 duplicando el presupuesto de Defensa respecto a 2022 y lo irá subiendo medio punto del PIB en los próximos años.

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No es eso, sin embargo, lo que más inquieta a la agencia, que reconoce en su informe la solidez de la economía nacional y lo ha hecho de facto al tardar cuatro meses en bajar la nota a los bonos, mientras que en otros conflictos es inmediato. Se trata más bien de la sensación de que nadie sabe cuándo llegará ni en qué consiste exactamente la “victoria total” a la que aspira Netanyahu. El primer ministro dijo este domingo que está “al alcance de la mano”; una semana antes, que se logrará en “meses”, no años. De momento, prepara el traslado forzoso de más de la mitad de los 2,3 millones de gazatíes para invadir la zona de Rafah.

Moody´s, cuyos expertos se reunieron durante meses con representantes oficiales israelíes, mencionan estas incertidumbres en su informe: que “no está claro” si saldrá adelante el segundo alto el fuego, con canje de presos por rehenes que negocian desde hace semanas los mediadores; que Israel rechaza el plan que pergeña Estados Unidos para el día después en Gaza; y que la crisis política y polarización social que sacó a luz la reforma judicial de Netanyahu probablemente resurja en cuanto (no parece que dentro de mucho) se fracture el Gobierno de concentración creado ex profeso para la guerra. Cada vez más gente pide en las calles la convocatoria de elecciones anticipadas. Fitch, otra de las principales agencias de rating, tiene previsto publicar sus conclusiones a principios de marzo; Standard & Poor’s, en tres meses, pero podría adelantarlas.

Manifestación contra el Gobierno de Benjamín Netanyahu, a favor de la convocatoria inmediata de elecciones y por la liberación de los rehenes en Gaza, este sábado en Tel Aviv.ABIR SULTAN (EFE)

Son problemas menores comparados con la perspectiva de una guerra con Hezbolá. Israel y la milicia libanesa mantienen a diario escaramuzas medidas, pero un paso en falso puede generar una escalada. Israel tiene reubicados desde octubre en hoteles o apartamentos a unos 80.000 habitantes de la zona fronteriza. Solo los devolverá si cambia “la ecuación de seguridad”. Y, como amenaza cada semana el ministro de Defensa, Yoav Gallant, solo sucederá de dos formas: por medio de la diplomacia (varios países negocian entre bambalinas un acuerdo para alejar a Hezbolá de la frontera) o por la fuerza de las armas. Moody´s, de hecho, ve “significativo” el riesgo de un conflicto a gran escala con Hezbolá, una milicia mucho más nutrida y armada que Hamás, “aunque ambas partes sean conscientes de sus muy negativas consecuencias”. Supondría “un riesgo mucho más alto para el territorio israelí”, por los previsibles daños a infraestructuras, la removilización de reservistas y el limbo en que quedarían los evacuados. Todo eso es mucho dinero. Tanto que el Ministerio de Finanzas estima que, en vez de crecer un 1,6%, decrecería este año un 1,5% si se desencadena esa guerra.

Con todo, Netanyahu ha quitado hierro al informe. Exministro de Finanzas consciente de la importancia de la imagen internacional de Israel, tomó la inusual decisión de emitir un comunicado en sabbat para subrayar la “fortaleza” de la economía nacional. “La rebaja de la calificación no tiene que ver con la economía. Se debe únicamente a que estamos en guerra. Volverá a subir en el momento en que la ganemos. Y la ganaremos”, señaló.

El ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, adoptó otro tono. Calificó el documento de Moody´s de “manifiesto político” que carece de “argumentos económicos serios” y se basa en una “visión geopolítica pesimista y absurda que muestra falta de fe en la seguridad y fortaleza nacional de Israel”. Se quejó además de que no utilice la expresión organizaciones terroristas al mencionar a Hamás y Hezbolá.

Alta tecnología

Erez Maggor, profesor en el Departamento de Sociología de la Universidad Ben Gurión del Neguev y doctorado por la de Nueva York, especializado en la economía política de la innovación israelí, cree que quien más sufrirá las consecuencias de la rebaja de la calificación crediticia es la alta tecnología, ya castigada por la inestabilidad que generó la reforma judicial. “Es un sector que depende mucho más de la inversión extranjera, que se fija en lo que dicen las agencias de calificación”, señala por teléfono. Israel solo empezó a atraerla significativamente hace dos décadas, así que no era una preocupación en anteriores grandes guerras, agrega.

La alta tecnología aporta más de un 10% del empleo, en torno a un 15% del PIB, un 25% de la recaudación sobre la renta y la mitad de las exportaciones. Así que recibirá un manguerazo de dinero público, pero es justo un tema que menciona Moody´s. Se espera que el déficit público, que ya se disparó al 4,8% del PIB en enero, acabe el año en el 6,6% (iba a ser del 2,5%). El Parlamento acaba de aprobar en primera lectura el proyecto de presupuestos para 2024, que incluye un paquete de gasto adicional para la guerra de 584.000 millones de shekels (148.000 millones de euros).

Ori Greenfeld, economista jefe y estratega en la firma de inversiones Psagot, preveía además este domingo en la televisión pública nacional Kan que el Banco de Israel dé marcha atrás a la disminución de tipos de interés que había iniciado. Mientras que la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo no se han atrevido aún a revertir la tendencia, el Banco de Israel se convirtió el pasado enero en el primero del mundo en bajar los tipos (del 4,50% al 4,25%), tras subirlos desde 2020.

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By Henry Valdivia

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